¿Crees que tus hijos se alimentan bien?


Si tienes hijos o menores a tu cargo, seguramente pienses que se alimentan bien. Eso es al menos lo que cree el 90% de los encuestados. Sin embargo, en España casi uno de cada dos niños tiene exceso de peso. ¿Cómo se explica esto? ¿Es posible que nuestros hijos no se estén alimentando tan bien como pensamos?

Obesidad infantil

Si sigues habitualmente este blog, sabrás que este post es la segunda y última parte de una serie dedicada a la obesidad infantil que dio comienzo con el artículo anterior. Así, antes de comenzar, conviene que recordemos brevemente algunas de las cuestiones que tratamos en él, ya que son de vital importancia:

La OMS califica la obesidad infantil como «uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI» y advierte que los niños con obesidad y con sobrepeso tienden a seguir teniendo obesidad en la edad adulta. Esos niños tienen más probabilidades de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como diabetes y enfermedades cardiovasculares, lo que contribuye a situar el sobrepeso y la obesidad en el quinto puesto en riesgo de mortalidad a nivel mundial.

En España el 43% de los niños presenta exceso de peso (24,6% sobrepeso y 18,5% obesidad), según el estudio ALADINO 2013 sobre obesidad infantil

Según la OMS, la causa fundamental del sobrepeso y la obesidad infantiles es el desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto calórico. Esto puede llevarte a pensar que la obesidad es cuestión de sumar y restar calorías (y dicho sea de paso, me temo que esto es lo que parecía dar a entender el post anterior). Sin embargo, esto no es más que una simplificación de un problema tremendamente complejo en el que intervienen numerosos factores (Aitor Sánchez, dietista-nutricionista y autor del blog Mi dieta cojea lo explicó muy bien en la última edición del evento Naukas de divulgación científica). Así, en el mencionado estudio ALADINO 2013, se señalan algunos de esos factores, que ya vimos en su día y que resumimos a continuación:

  • una alimentación inadecuada, rica en alimentos hipercalóricos, con elevado aporte de azúcares, harinas refinadas, grasa, sal y proteínas de origen animal, con raciones abundantes y pobre en alimentos de origen vegetal.
  • una escasa actividad física,
  • un ambiente obesogénico (es decir, que favorece la obesidad), tanto en el hogar como en la escuela y en la comunidad,
  • otros factores, como la disminución de horas de sueño

– Es importante que tengas presente que para mantener un buen estado de salud es fundamental no beber alcohol, no fumar, realizar actividad física de forma regular y mantener una dieta adecuada, basada fundamentalmente en alimentos de origen vegetal (verduras, hortalizas, frutas, legumbres, cereales integrales, etc.). Es importante además que estas prácticas se lleven a cabo desde edades tempranas porque es precisamente cuando se convierten en hábitos que en muchos casos van a acompañarnos a lo largo de nuestra vida.

Y ahora sí, comencemos…

¿Tus hijos se alimentan adecuadamente?

Si tienes hijos o menores a tu cargo, lo normal es que desees que vivan muchos años y que los vivan con salud, algo que, como acabamos de mencionar, está determinado en gran medida por la alimentación. Imagino que eso ya lo sabías y que intentas que esos niños adquieran hábitos saludables y se alimenten adecuadamente. Sin embargo, los datos parecen indicar que muchos de ellos no lo hacen (recuerda que el 43% de los niños españoles tiene sobrepeso). ¿Cómo se explica esto? Ya hemos visto que hay diversos factores que favorecen la obesidad, pero en esta ocasión vamos a centrarnos especialmente en uno de ellos: el papel que juegan los padres o los responsables de esos menores en su alimentación y los motivos que les pueden llevar a tomar determinadas decisiones que se pueden calificar de poco saludables.

Papelera de un parque infantil cualquiera, un día cualquiera.

Como comentamos al comienzo de este artículo, seguramente pienses que tus hijos se alimentan bien, ya que eso es lo que piensa el 90% de los encuestados. Y tal vez lo hagan, no digo que no. Pero también hay padres a los que no les interesan estas cosas (supongo que no llegarán a leer este artículo) y padres que creen que sus hijos se alimentan de forma adecuada cuando en realidad no lo hacen. Para que te hagas una idea de lo que estamos hablando, tan sólo tienes que darte una vuelta por un parque infantil a la hora de la merienda. A buen seguro verás un notable predominio de productos lácteos azucarados, zumos y galletas (o similares). En definitiva, harinas refinadas, grasas saturadas y azúcar. Mucho azúcar.

Consumo de azúcar

Ya vimos en un artículo anterior que el azúcar no es un veneno, pero que consumido en grandes cantidades puede acarrear graves problemas de salud, como caries dental, obesidad, síndrome metabólico y diabetes tipo II (que se asocia al consumo de bebidas azucaradas). Por eso la OMS recomienda que el consumo de azúcares añadidos debe representar menos del 10% de la ingesta total diaria (indica además que si dicha ingesta se reduce a menos del 5% se obtendrán beneficios adicionales). Recordemos que eso significa un consumo de unos 50 gramos diarios en una persona adulta, es decir, menos de 18 kg de azúcar al año (o menos 25 g/día o 9 kg al año si queremos obtener beneficios adicionales). ¿Cuál es el consumo medio en España? En este país el consumo anual de azúcar está entre 30 kg y 41 kg por habitante y año; más del triple de lo que sería recomendable. Pero ¿de dónde sale tanto azúcar? Para la población general, las principales fuentes de azúcar son: el consumo directo (es decir, el azúcar que añadimos por ejemplo al café o a los postres caseros), las bebidas azucaradas, los productos lácteos azucarados y la bollería-repostería. En lo que respecta a la población infantil, se podría decir que la cosa no mejora en absoluto.

¿Qué alimentos forman parte de la dieta de tus hijos?

A juzgar por lo que indican las encuesta alimentarias, parece que el azúcar es omnipresente en la dieta diaria de la población infantil. Basándonos en la información que ofrecen algunas de esas encuestas, podemos hacer un ejercicio de imaginación y suponer que en un día cualquiera de un niño español la dieta estaría salpicada de alimentos azucarados como los siguientes:

  • Desayuno: leche con cacao soluble y galletas
  • Almuerzo: zumo y galletas
  • Comida: natillas
  • Merienda: galletas, producto lácteo azucarado tipo petit-suisse
  • Cena: yogur azucarado

Es sólo un ejemplo inventado, pero ¿no crees que se acerca bastante a la realidad diaria de muchos de los menores que habitan nuestro país?

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